¿Te has preguntado alguna vez de
donde nacen tus deseos?, esos deseos que te mueven de forma privada a superar cualquier
circunstancia por adversa que parezca en tu vida diaria. Cualquier deseo nace
de la ausencia por un tiempo prolongado en la interpretación que de forma
inconsciente haces de tu realidad. Un deseo no es más que el extremo opuesto de
una circunstancia que ya tienes superada. Se podría decir que un deseo es el
esfuerzo que hace el universo para equilibrar la polaridad que estás
experimentando. Primero tienes que experimentar la ausencia para que surja y después
tienes que imaginar la manifestación de ese deseo y vivir de esta manera
hipnotizado esperando algo que representa lo contrario de lo que estás viviendo.
Hay una manera más satisfactoria de
vivir y es darte cuenta de los dos extremos sin identificarte con ninguno,
puedes sufrir mucho si te identificas con la ausencia y puedes observar como en
cuanto ese deseo se manifiesta al poco tiempo lo integras y empiezas a
experimentar otra vez la ausencia de otra cosa diferente. Si eres capaz de
observar ese movimiento de un extremo a otro que como un péndulo automático realiza
tu mente empezarás a darte cuenta que cualquier circunstancia de forma natural
tiende al equilibrio en cuanto la sueltas. Puedes soltar de manera deliberada
un deseo para que el extremo opuesto empiece a disolverse sólo y empezar a
disfrutar de la realidad del presente que es mucho más gratificante que
cualquier proyección mental.
Si quieres recuperar el poder de
mejorar la vida que estás experimentando tendrás que atreverte a soltar las
proyecciones que tus deseos y todas las reacciones emocionales de las que van
acompañados y que te están impidiendo recuperar tu potencial real. La ausencia
de cualquier cosa se disuelve en cuanto la presencia deja de importarte y poder
ver desde ese momento todo lo que tienes a tu alrededor y a lo que no le
estabas prestando atención.
La mente es un órgano que está a
tu servicio como un criado fiel, en cuanto comprendes el funcionamiento
polarizado, analítico y lineal del hemisferio izquierdo que necesita
continuamente experimentar opuestos, sales de ese circuito cerrado y empiezas a
trabajar el funcionamiento del hemisferio derecho que es creativo, intuitivo y
que observa la realidad de una forma global y que no tiene deseos porque no
tiene nada que desear. Tu hemisferio derecho siempre vive en el presente y en la
realidad, mientras que el izquierdo necesita el pasado y el futuro para
comparar porque en el presente no puede funcionar. Date cuenta de que cada vez
que te encuentres deseando algo estás recurriendo a tu hemisferio izquierdo y
que cada vez que te encuentres disfrutando de algo estas usando y potenciando
tu hemisferio derecho. Tú decides si quieres sentir la vida o pensar la vida.