Una condición es un requerimiento, algo que tienes que haber
asimilado como propio para poder identificarte con una creencia y a partir de
ese condicionamiento formar parte de algo que es externo a tu propia
naturaleza.
Durante toda la historia de la humanidad el condicionamiento se
ha utilizado dada la nula capacidad de las personas para cuestionarse la
información que les llega del exterior. Aceptamos como cierta cualquier cosa
que nos haga sentir un poco más seguros o reconocidos. Se nos educa desde la
más tierna infancia para ser dependientes creando a nuestro alrededor una falsa
zona de confort que tarde o temprano se viene abajo por su propia inconsistencia.
Vivimos atrapados en mitos e interpretaciones que no tienen
que ver con la realidad por el pánico que nos produce sentir que si los
soltamos caeremos en la nada; no nos hemos dado cuenta de que hay un inmenso
espacio en nuestro interior de libertad en el momento que se sueltan todas las
creencias. Ni el pasado ni el futuro existen, ambos son interpretaciones mentales
que te impiden darte cuenta que la vida siempre ocurre en el presente. Cuando
uno se atreve a soltar lo que ha aprendido y a reconocer que no sabe nada es
cuando verdaderamente puede empezar a disfrutar de la verdadera función del
conocimiento como propiedad dinámica e infinita. Saber que lo que aprendo ahora
dentro de cinco minutos es diferente es abrirse al vacío a través de la propia
experiencia, es darse cuenta de que nada es lo que parece, es dejar de vivir en
las apariencias y disfrutar de la realidad.
Se nos enseña que la causa de todo lo que sentimos está en
las personas o en las cosas que hay a nuestro alrededor, quedando prisioneros
de los condicionamientos y de las circunstancias, la realidad es que cuando amas a alguna
persona el sentimiento está en ti no en la otra persona, cuando tienes miedo a
alguien el sentimiento está en ti no en la otra persona, por lo tanto no
depende de lo que hay fuera ni de lo que hagan los demás sino de cómo vives tú
esos sentimientos internos. Sabes que aunque la persona cambie o desaparezca
puedes volver a sentir amor o miedo o empatía o cualquier otro sentimiento ya
que es tuyo.
Tomar la responsabilidad de los propios sentimientos es
desapegarse de cualquier creencia cristalizada, es relacionarse con el entorno
con un inmenso respeto y libertad. Es dejar de exigirle al otro lo que está
dentro de ti. Es dejar de buscar fuera y empezar a encontrar. Es dejar de ponerle
condiciones a la vida y atreverse a ser la vida.